31.3.12

El camino.

Anoche terminé el encuentro con Ryszard, y con la Historia, de Heródoto. De alguna manera, ahora, me siento sola. Como si se tratase de la despedida de algún buen amigo, que deja mi lado para seguir el camino. Algunos libros consiguen entablar importantes lazos conmigo, y reconozco que éste, en su mayoría de páginas, lo ha conseguido.

Me identifico con Ryszard y con Heródoto. Y no me resisto a compartir unas líneas del fin del viaje, que son espejo de mi misma:

"Personas como él, útiles para los demás, en el fondo son muy desgraciadas, porque a la hora de la verdad están condenadas a la más absoluta de las soledades. Es cierto que buscan a otros congéneres; pero incluso cuando -a veces- les parece que los han encontrado en tal país o ciudad, cuando ya los han conocido a fondo, un buen día se despiertan con la sensación de que nada les une a ellos, que pueden marcharse de ese lugar en cualquier momento, pues de pronto descubren que las han deslumbrado otro país y otra gente, y que el acontecimiento que ayer mismo las fascinaba ha palidecido, perdiendo todo sentido e importancia.
A la hora de la verdad no se atan a nada ni echan raíces profundas. Su empatía, aunque sincera, es superficial. La pregunta por el país que más les gusta de cuantos han conocido les causa cierto embarazo: no saben qué responder.


(...)
El camino: he aquí lo que anhelan".

Ryszard Kapuscinski, Viajes con Heródoto.


un camino, Malabo. marina reina©