24.12.11

Diamantes de sangre, otra vez.

Hace unas semanas realicé un viaje a Sudáfrica por motivos de trabajo. A mi lado, compartiendo fila viajaba un señor de mediana edad, Wim.
Trabaja con diamantes desde hace muchos años y se encarga de poner precio a las piezas, de decidir en qué se convertirá cada piedra, es el encargado de negociar con las manos blancas que los quieren comprar, de hacerlos salir, conseguir permisos, certificados de calidad... emocionada por lo "exótico" del asunto le hice varias preguntas, curiosidades que quise saciar para comprobar si el mundo seguía siendo lo que fue con respecto a los diamantes, de sangre.

Para un español (para mi fue así como ocurrió), hablar de diamantes y de su extracción en África, de primeras suena extraño; después empiezas a imaginar una serie de barbaridades (las que has visto en películas, las que has leído en libros, las que conoces por terceros...) y dices, bueno, ya estoy exagerando, marginando y malinterpretado África otra vez, como siempre. Seguramente las cosas han cambiado y todo esto es parte de lo que debió haber sido.

Derramé sobre la mesita plegable mientras me tapaba los pies con la manta y abrazaba la almohadita que te dan para viajes largos, la batería de preguntas que atormentaban mi imaginación.

¿Es cierto que aún siguen explotándose las minas de la misma manera que antaño? ¿es cierto que es una  forma de esclavitud en toda regla? ¿están reclutados? ¿cobran una miseria? ¿son moneda de cambio para guerrillas y guerrilleros? ¿es verdad que una vez extraídos los diamantes las personas que separan las piezas y retiran los restos lo hacen con una mano atada a la espalda con un policía detrás para evitar robos? ¿es verdad que a pesar del proceso de Kimberley se sigue traficando con diamantes de sangre? ¿que los certificados se compran? ¿que se utilizan pobres (pobres de los pobres) para pasar los diamantes a otras fronteras donde se consiguen los permisos a cambio de dinero?

Me imaginé todo lleno de lodo, gente escuálida y doblada como un ocho buscando diamantes, manos atadas y pies descalzos, policías, armas, miedo, familias...


Sonaba horrible. 
Y se lo dije. 


Todo seguía igual. Wim respondió a todas mi preguntas de forma afirmativa y yo, atónita, ¡inocente de mi! no supe qué decir... entonces Wim contestó, bueno, la camiseta que llevas estará fabricada probablemente en china por niños mal pagados, la comida que comemos... los coches que conducimos... la gasolina que necesitamos... la televisión que vemos... las marcas, el consumo, la política... todo parece ser una pescadilla que se muerde la cola de la cual no podemos escapar, todo lo demás parece entonces justificar el resto y el tráfico de diamantes de sangre no es más que una cosa más en la lista.

Hoy leo esta noticia, y me pregunto ¿hasta donde seremos capaces de llegar los hombres, qué buscamos, que más necesitamos? no recuerdo bien dónde ni cuando escuché esto, debió ser en algún documental, entrevistaban a un minero, y éste preguntaba cuál era el uso que los blancos daban a esas piedras brillantes, el blanco que hacía la entrevista contestó que los blancos lo utilizan como joyas para pedir matrimonio y cosas así, muestras de afecto. Entonces el minero, sorprendido se preguntaba por qué los blancos no buscaban otra manera de declarar su amor, una manera que no hiciera sufrir tanto a los suyos... no podía entender que su sufrimiento pagara el amor de los demás, de los ricos.

"for every hand taken in marriage, another hand is taken away"
"to secure that their enslave workers wouldn't steal them, conflict diamond Guerrilla's would often cut off one of their hands. Beauty isn't worth death". 



http://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/23/actualidad/1324633037_591623.html
http://www.operationbrokensilence.org/?p=5218