21.5.11

Llegada a Abuja, Nigeria.

Estoy aquí.
De vuelta. En casa.

¿En casa?

Me fui sin saber a dónde iba, me fui con el miedo y la emoción de quien cree adentrarse en otros mundos, con la certeza de que todo iría bien, con la duda de...

Reconocí el olor a hierba nada más salir. Me esperaba, allí, un hombre delgado, negro, con tímida sonrisa y cartel ladeado que decía: "Miss Marina Reina Guindo".
Una hora y algo de retraso cuando el reloj solo marcaba las 06:00 am.

La humedad golpeó mi cara, mis ojos hicieron un esfuerzo por abrirse y mis labios por sonreír, el viaje había sido largo...pesado... pero por fin, había llegado. Me sentía afortunada.

Roja,
la tierra.
Verde,
el campo.
Azul,
el cielo.

Gente, gente, gente... mercados, caminos, árboles, cabras, agua fría.



Abuja es una ciudad joven. Eso es lo que me han contado. Grandes edificios aspiran ha formar parte del centro financiero de la nueva capital nigeriana. Rodeados de cristales, luces y lujo, flores también.
Así es como conocí el centro de la ciudad. Un centro que aspira a mucho pero que aun no llega. Rodeado en la periferia por la África "más real" (o así es como yo me lo imagino), en la que todos conviven fuera de cualquier apariencia; donde el bullicio de gente, el ajetreo de los mercados, el ir y venir de unos y otros se dan lugar 24 horas del día.

Abuja está en construcción, quiere tocar el cielo con las manos...