6.12.11

Serás parte de la historia.

Serás parte de (mi) / (de la) historia, según lo buena o interesante que llegue a ser como fotógrafa y no habrá pasado nada. Yo habré intentado vivir "de lo mío" y el mundo habrá seguido girando, sin inmutarse.

Hoy escribo para dejar hecha aquí una pregunta:

¿por qué tenemos miedo a la fotografía?
¿por qué pensamos en ella en términos de arma de ataque, en vez de verla como una ventana que se abre para dar voz o visibilidad a cosas que desconocíamos?

No quiero sentirme incómoda cuando camino con la cámara al hombro. Me canso de ver cómo los ojos me esquivan en las esquinas como diciendo: no te he visto, no me importas... ¡pero sí! me viste y perdiste la mirada, al frente o al lado, bajaste los párpados, buscaste en el bolso aquello que habías perdido... y sí, cuando yo, armada de valor te pregunté: ¿puedo hacerte una foto?, tu reacción fue inmediata. Dudaste, titubeaste, volviste a perder la mirada, casi te enfadaste, rehusaste, diste un paso a atrás... y exclamaste,
¿para qué? ¿por qué? ¿qué vas a hacer con ella?, como si pudiera utilizarla para algo más que para mi.

Mis fotos, mi mundo, mi historia, mi mirada, mi reportaje... entrarás en la historia de mi momento y no serás más peligroso que un trozo de papel. ¿Por qué entonces tanto miedo?

La fotografía ha servido (y sirve) como documento, como testimonio, como denuncia, como archivo, como memoria, como verdad, como historia, como reliquia, como testigo, como infiltrado, como testimonio, como recuerdo, como demostración de amor o respeto, como secreto, como orgullo, como reflejo...

No la dejemos caer en la tentación de aquéllos que la interpretan como peligrosa estrategia de robo y estafa. Como medio para hacer el mal. Sea cual sea su uso, si es o no publicada... una imagen debe ser vista y respetada... dejarla estar ahí, como parte del resto. No tengamos miedo a ser fotografiados, enseñados, publicados. La fotografía no lleva incorporado de fábrica hacer el mal.

El fotógrafo hace fotografías, las vende, las publica, gana dinero y paga sus facturas. No es tan distinto al pintor que pinta cuadros, los vende, los exhibe, gana dinero y paga sus facturas, o como el panadero, que hace el pan, lo vende, gana dinero y pagas sus facturas o como el carnicero, que cuida a sus animales, los mata, los vende, gana dinero y paga sus facturas... el zapatero, el farmacéutico, el florista, el periodista, el cocinero, el arquitecto... en fin, todos buscamos qué es lo que nos gusta hacer, lo hacemos, lo vendemos, ganamos dinero y pagamos nuestras facturas.


Nada más,
Gracias.


Marina Reina, Keur Abdu (Senegal) 2011.